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Atravesando la zona alto andina de la provincia ancashina de Huari y observando un hermoso paisaje, aproximadamente dos mil devotos llegaron en una larga peregrinación al santuario de piedra de Santo Toribio de Mogrovejo ubicada en la parte alta del poblado de Chinchas.
Los creyentes recorrieron un largo y empinado sendero entre rezos y canticos, como lo hizo Santo Toribio de Mogrovejo durante su labor evangelizadora por Ancash en los años 1593 y 1597.
Durante este recorrido los caminantes sentimos el aroma de las flores del campo y pudimos observar el verdor del paisaje huarino, pues desde lo alto se aprecia la cadena montañosa de los nevados del Parque Nacional Huascaran en todo su esplendor.
En una masiva peregrinación y luego de una hora llegamos al santuario de piedra más alto, donde nos recibió un ambiente festivo de religiosidad y costumbre, mientras en una capilla rustica flameaba la bandera peruana, dándole un especial matiz sobre el fondo de la cordillera del Carhuascancha.
Los feligreses copan las montañas para participar de la santa misa, mientras otros devotos pugnan para llegar a la roca y poner velas y ofrendas donde se encuentra el rostro petrificado de Santo Toribio de Mogrovejo.
Con la llegada final de los devotos, el obispo de la Diócesis de Huari, Mons. Ivo Baldi y dos párrocos inician la liturgia entre rezos y alabanzas bajo un sol abrazador.
Culminado la celebración, la imagen de Santo Toribio recorre en procesión al borde de una llanura, acompañado del huaridanza al son de la caja y el pincullo y la feligresía católica que deja sus plegarias hacia el peregrino.
Para esta festividad religiosa cada año son siete los alféreces que se encargan de toda la celebración, el reparto de comidas y agua a los peregrinos que llegan para dejar sus oraciones y pedidos en medio de velas encendidas.