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Esta vieja tradición se mantiene desde hace décadas, cuando se puso por primera vez esta milagrosa cruz de ChullÍn, para apaciguar la furia de la naturaleza, es decir la caída de huaicos a la ciudad de Huari, desde esa época se ha convertido en una obligada peregrinación para los huarinos y extraños quienes llegan a la cruz con flores y plegarias, además acompañados de la orquesta musical y el tradicional huaridanza.
Antes de la fiesta de carnavales se desarrolla esta actividad religiosa en la parte más alta de la ciudad, donde se venera a la efigie dejando velas y flores sobre el pie del madero, en tanto decenas de feligreses participan en la santa misa.
Al término de la liturgia los pedidos y plegarias de los devotos quedan sobre esta milagrosa cruz, mientras el sonido de los cascabeles y la combinación perfecta de la caja y el pincullo hace que inicie la jarana Huarina.
En esta vieja tradición se entrega panes, biscochos y roscas, además de la rica chicha de jora, para aplacar el hambre y la sed de los devotos que llegan luego de una larga caminata por un sendero empinado. Finaliza la actividad con la presentación de la orquesta musical que hace bailar a los visitantes que llegaron hasta la Cruz de Chullín.